Este es un artículo muy interesante sobre los efectos que pueden tener nuestras conversaciones casuales con personas en crecimiento. Una de las cosas que más me gustó de la propuesta que hace la autora es que nos hace ver cómo podemos generar efectos positivos simplemente siendo quienes somos y mostrándolo.
El artículo original (en el link arriba) está en inglés, pero a mi madre le pareció tan interesante que hizo una traducción. Aquí va con el agradecimiento respectivo:
CÓMO HABLARLE A LAS NIÑITAS
Lisa Bloom(Traducción por Mariluz Morgan)
El fin de semana pasado fui a una cena en casa de una amiga y conocí a su hija de 5 años por primera vez.
La pequeña Maya era toda crespos morenos, ojitos oscuros de cervatillo y estaba adorable en su pijama rosa brillante. Me dieron ganas de chillar: “Maya, ¡eres tan linda! ¡Date vuelta y modela esa ropa con volados, cosita preciosa!”
Pero no lo hice. Me aguanté. Como me muerdo la lengua siempre que conozco niñitas, conteniendo mi primer impulso de decirles cuán lindas, preciosas, bien vestidas, con las uñitas pintadas, bien peinadas, están.
¿Qué tiene eso de malo? Es la forma estándar en nuestra cultura para romper el hielo cuando se habla con niñitas, ¿cierto? ¿Y por qué no hacerles un cumplido sincero para estimular su autoestima? Honestamente, son tan encantadoras que cuando las conozco, sólo quiero explotar.
Reserven ese pensamiento por un momento.
Esta semana ABC News reportó que casi la mitad de las niñas de 3 a 6 años están preocupadas porque se creen gordas. En mi libro Think: Straight Talk for Women to Stay Smart in a Dumbed-Down World revelo que entre el 15% y el 18% de las niñas de menos de 12 años actualmente usan máscara de pestañas, delineador de ojos y lápiz labial de manera regular; los desórdenes alimenticios crecen y la autoestima baja; y el 25% de las mujeres jóvenes de Estados Unidos preferirían ganar en America's Next Top Model que obtener el Premio Nobel. Incluso mujeres universitarias brillantes y exitosas dicen que preferirían ser guapas a ser inteligentes. Una mamá de Miami acaba de morir debido a una cirugía cosmética, dejando huérfanas a 2 adolescentes. Esto sigue pasando y me rompe el corazón.
Demostrar a las niñas que su apariencia es lo primero que notas les transmite que el aspecto es lo más importante. Las pone en el camino para estar a dieta a los 5 años, usar base de maquillaje a los 11, agrandarse los senos a los 17 y usar Botox a los 23. A medida que nuestro imperativo cultural de exigir a las chicas que estén guapas las 24 horas y los 7 días de la semana se convierte en algo normal, las mujeres de Estados Unidos son cada vez más infelices. ¿Qué falta? Una vida con sentido, una vida de ideas, de leer y de ser valoradas por nuestros pensamientos y logros.
Por eso me fuerzo a hablar a las niñitas así:
“Maya”, le dije, agachándome a su nivel y mirándola a los ojos, “es un gusto conocerte”.
“Es un gusto conocerte también”, me dijo, con la vocecita entrenada y educada para hablar con adultos de las niñas buenas.
“¿Qué estás leyendo?”, le pregunté, con los ojos brillantes. Amo los libros, estoy loca por ellos y se me nota.
Se le agrandaron los ojos y su practicada y educada expresión dio paso a un genuino entusiasmo por el tema. Se detuvo, sin embargo, un poquito tímida ante mí, una extraña.
“AMO los libros”, le dije, “¿y tú?” A la mayoría de los niños y niñas les encantan.
“SÍ”, dijo, “¡y ya puedo leerlos yo solita!”
“¡Guau, asombroso!”, le dije. Y lo es, para alguien de 5 años. Sigue mostrando tu lado oscuro, Maya.
“¿Cuál es tu libro favorito?”, le pregunté.
“¡Voy a buscarlo! ¿Puedo leértelo?”
Maya eligió Purplicious, que yo no conocía. Se acurrucó cerca de mí en el sofá y leyó orgullosamente en voz alta cada palabra sobre una heroína que ama el rosado pero es atormentada por un grupo de niñas de su escuela que sólo se visten de negro. Ay, era sobre niñas y lo que usan, y cómo sus elecciones de vestuario definen sus identidades. Pero después que Maya cerró la última página, dirigí la conversación hacia los temas de fondo del libro: niñas malvadas, la presión de pares y no dejarse llevar por el grupo. Le conté que mi color favorito es el verde porque amo la naturaleza y a ella le pareció bien.
En ningún momento hablamos de ropa o pelo o cuerpos o quién era bonita. Es sorprendente lo difícil que es evitar esos temas con las niñitas, pero soy terca.
Le conté que acababa de escribir un libro y que esperaba que ella escribiera uno algún día. Quedó bastante impactada (fairly psyched) con la idea. Las dos nos pusimos tristes cuando Maya tuvo que ir a acostarse, pero le dije que la próxima vez eligiera otro libro y lo leeríamos y hablaríamos de él. Ups. Eso la dejó demasiado excitada como para dormir y salió de su dormitorio unas cuantas veces, toda animada.
Entonces, se trata de un poquitito de oposición a una cultura que les da mensajes erróneos a nuestras niñas. Un pequeño impuso hacia la valoración del cerebro femenino. Un breve momento de modelación de roles intencional. ¿Mis pocos minutos con Maya cambiarán nuestra multimillonaria industria de la belleza, “reality shows” que degradan a las mujeres, cultura celebrity-manic? No. Pero sí cambió la perspectiva de Maya, por lo menos esa noche.
Traten de hacer esto la próxima vez que conozcan a una niñita. Puede sorprenderse y sentirse insegura al principio porque pocas personas le preguntan por su mente, pero sean pacientes y continúen. Pregúntenle qué está leyendo. Qué le gusta y disgusta y por qué. No hay respuestas equivocadas. Sólo están generando una conversación inteligente que respeta su cerebro. A las niñas mayores pregúntenles sobre temas de actualidad: la contaminación, guerras, la reducción de los presupuestos escolares. ¿Qué la molesta con relación al mundo? ¿Cómo lo arreglaría si tuviera una varita mágica? Recibirán respuestas intrigantes. Háblenles de sus propias ideas y logros y de sus libros favoritos. Modelen para ella lo que una mujer pensante dice y hace.
Y háganme saber las respuestas que obtienen a: www.Twitter.com/lisabloom.
Se trata de ir cambiando el mundo, una niñita a la vez