decrecimiento: Es urgente que la izquierda comprenda las implicaciones del Cénit del petróleo
Un artículo de Manuel Casal Lodeiro. Miembro de la asociación Véspera de Nada por unha Galiza sen petróleo
"La ciencia o la técnica por sí solas no son las responsables del aumento de la productividad experimentado a lo largo de las últimas décadas: esta se debe, en primer lugar, a la disponibilidad masiva y creciente de energía barata. Es decir, sólo se puede hablar de que cada trabajador(a) ha producido más por unidad de tiempo porque el aparato productivo en su conjunto ha dispuesto de toda la energía que ha necesitado para hacer funcionar esas tecnologías. Por otro lado, si medimos la productividad en función de los recursos energéticos no humanos empleados (productividad energética) y no del factor tiempo de trabajo, veremos que la productividad en realidad lleva estancada más de medio siglo (datos de la UE). (...)
Si defendemos la viabilidad de políticas alternativas basándonos en una productividad que sólo es posible gracias al inmenso flujo de energía —principalmente fósil— que ha manado durante las décadas del industrialismo, dichas políticas se demostrarán impracticables en el contexto de descenso energético al que se enfrenta actualmente nuestra civilización y estarán condenadas de antemano al fracaso. (...)
Poco a poco se van filtrando informes que —por supuesto— no llegan a los grandes medios de comunicación, y que hablan de un probable colapso de las economías nacionales en un periodo más o menos corto de tiempo debido a los cortes de suministro, los nuevos picos de los precios, y la caída en cadena de una industria tras otra en un sistema mundializado que sólo funciona si crece y que requiere un constante y masivo flujo de energía para mantener su alto grado de complejidad. (...)
En consecuencia, la izquierda debe abordar este radical cambio de escenario con urgencia, revisando estrategias e incluso principios hasta ahora sagrados, como el derecho al trabajo asalariado o el protagonismo de una clase obrera condenada en su mayor parte a reconvertirse de nuevo en clase agraria a medida que buena parte de las industrias y las ciudades se conviertan en insostenibles. La izquierda debería también abjurar de un industrialismo y un productivismo que se van a quedar sin combustible, renegar del mito del crecimiento perpetuo y la tecnología taumatúrgica, convertirse en decrecedora y neorrural, poner la soberanía alimentaria y energética como puntas de lanza de la lucha social y política, y ser la primera en abandonar el Titanic capitalista industrial para comenzar a construir, desde abajo, múltiples y heterogéneas alternativas autogestionadas de vida simple, orgánica y local guiadas por los principios de la Economía Ecológica que ofrezcan —sin esperar más a asaltar ningún palacio de invierno— una alternativa tangible para los millones de náufragos del sistema."
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